viernes, 17 de mayo de 2013

La leyenda del Pueblo de Monsanto

La leyenda del Pueblo de Monsanto

Esta es una leyenda de la tradición religiosa popular. Y cuenta la historia de Ricarda, una mujer con un temperamento horrible. Se liaba con las vecinas y fácilmente insultaba. Todo el mundo se aleja de ella, de su familia y amigos, que no había nadie que la soportase. La única persona que la veía con alguna bondad, era un hombre santo que nadie sabía de donde haba venido y que vivía en una cueva hecha en una roca. Nadie sabía su nombre pero el decía que amaba a Dios y a todo lo que en la naturaleza exista, lo conocían como Amador. Como era un sabio de gran bondad, mucha gente lo visitaba a pedirle consejos o a conversar con el. Como forma de pago, reciba agua fresca, pan y de excepcionalmente fruta. Ricarda también lo visitaba, pero sin cambiar su actitud. Se quejaba de todo el mundo, en resumen estaba siempre mal con la vida. Tanto hizo, tantos enemigos tenía que un día tuvo que irse lejos. Cuando regresó le dio un niño pequeño, pero la misma rabia en el corazón. Como era de esperarse, el niño que recibí con bondad fue Amador, su interés por el niño y le pedí que lo dejara bautizar, pero Ricarda respondió mal como de costumbre. Rogaba plagas también contra el niño que era llorón y que en vez de amigos más rápido se conseguiría diablos que se lo llevasen para el infierno. Al decir estas palabras se levanté un vendaval, el sol desapareció por detrás de una nube roja al tiempo que se oían siniestras carcajadas. Un bando de demonios se llevó al niño y al mismo tiempo de abrir el suelo y se "tragó" a Ricarda. Amador rezó con tal fe por el niño que los demonios lo botaron encima de una roca sin ningún golpe. El bondadoso hombre cogió al niño y lo trato, contando con la ayuda de un venado (hembra) que parecía para darle leche al niño cuando tena hambre. Muchos se ofrecían para ayudarlo, pero Amador decía que mientras apareciese el venado para darle leche al niño, no necesitaba de más de ayuda. Y el venado nunca faltó y el niño fue creciendo junto a su amigo de quien se afeccionó. Ambos ganaron la fama de santos y junto a la ruta donde vivan se construyó una capilla que hoy en da se llama Ermida de So Pedro de Vir-a-Cora.

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