La leyenda del Pueblo de Monsanto
Esta es una leyenda de la tradición
religiosa popular. Y cuenta la historia de Ricarda, una mujer con un
temperamento horrible. Se liaba con las vecinas y fácilmente
insultaba. Todo el mundo se aleja de ella, de su familia y amigos,
que no había nadie que la soportase. La única persona que la veía
con alguna bondad, era un hombre santo que nadie sabía de donde haba
venido y que vivía en una cueva hecha en una roca. Nadie sabía su
nombre pero el decía que amaba a Dios y a todo lo que en la
naturaleza exista, lo conocían como Amador. Como era un sabio de
gran bondad, mucha gente lo visitaba a pedirle consejos o a conversar
con el. Como forma de pago, reciba agua fresca, pan y de
excepcionalmente fruta. Ricarda también lo visitaba, pero sin
cambiar su actitud. Se quejaba de todo el mundo, en resumen estaba
siempre mal con la vida. Tanto hizo, tantos enemigos tenía que un
día tuvo que irse lejos. Cuando regresó le dio un niño pequeño,
pero la misma rabia en el corazón. Como era de esperarse, el niño
que recibí con bondad fue Amador, su interés por el niño y le pedí
que lo dejara bautizar, pero Ricarda respondió mal como de
costumbre. Rogaba plagas también contra el niño que era llorón y
que en vez de amigos más rápido se conseguiría diablos que se lo
llevasen para el infierno. Al decir estas palabras se levanté un
vendaval, el sol desapareció por detrás de una nube roja al tiempo
que se oían siniestras carcajadas. Un bando de demonios se llevó al
niño y al mismo tiempo de abrir el suelo y se "tragó" a
Ricarda. Amador rezó con tal fe por el niño que los demonios lo
botaron encima de una roca sin ningún golpe. El bondadoso hombre
cogió al niño y lo trato, contando con la ayuda de un venado
(hembra) que parecía para darle leche al niño cuando tena hambre.
Muchos se ofrecían para ayudarlo, pero Amador decía que mientras
apareciese el venado para darle leche al niño, no necesitaba de más
de ayuda. Y el venado nunca faltó y el niño fue creciendo junto a
su amigo de quien se afeccionó. Ambos ganaron la fama de santos y
junto a la ruta donde vivan se construyó una capilla que hoy en da
se llama Ermida de So Pedro de Vir-a-Cora.
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