El gran mito valenciano es la figura de Jaime I el Conquistador. El
personaje nació en Montpellier en 1208, fue educado por Simón de
Montfort, que fue el que causó la muerte de su padre. A los diez años
comenzó su reinado entre grandes tensiones con la nobleza. Se casó con
Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII, de cuyo matrimonio nacieron su
hija Violante, que se casaría con Alfonso X y su heredero, Pedro el
Grande. En 1229 conquistó las Baleares y, tres años después, emprendió
la conquista de Valencia, que culminaría con la toma de la ciudad en
1238.
El carisma de Jaime I fue indiscutible. Su existencia estuvo
presidida por el éxito y, en vida, gozó de fama de “protegido de Dios y
la Virgen María”. Fue reconocido como un rey mesiánico que como “rat
penat” (el murciélago del escudo de Valencia), había de devorar a los
mosquitos-reyezuelos musulmanes.
Al calor de su biografía, la identidad lingüística valenciana y las
relaciones políticas con la Corona de Aragón han sido el centro de un
ardoroso debate histórico que ha trascendido los márgenes del
academicismo. Ricardo García Cárcel analiza las distintas teorías que alimentan esta discusión.
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