viernes, 26 de abril de 2013

EL MITO DE LA CAJA DE PANDORA





 Cuando Prometeo osó robar el fuego que transportaba el Dios Sol en su carro, Zeus entró en su estado de cólera y ordenó a los distintos dioses crear una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. Hefesto la fabricó con arcilla y le proporcionó formas sensuales, Atenea le vistió elegante y Hermes le concedió facilidad para seducir y manipular. Entonces Zeus la dotó la dotó de vida y la envió a casa de Prometeo.

Allí vivía el benefactor de los mortales junto a su hermano Epimeteo que, a pesar de estar advertido de que  Zeus podría utilozar cualquier estrategia para vengarse, aceptó la llegada de Pandora y, enamorándose perdidamente de sus encantos, la tomó por esposa.

Pero Pandora traía algo consigo: una caja que contenia todos los males capaces de contaminar el mundo de desgracias y también todos los bienes. Uno de sus bienes era la Esperanza, consuelo del que sufre, que también permanecía encerrada en aquella caja. Y esque, por aquel entonces, cuentan que la vida humana no conocía enfermedades, locuras, vicios o pobreza, aunque tampoco nobles sentimientos.

Pandora, víctima de su curiosidad, abrió un aciago día la caja y todos los males se escaparon, por el mundo asaltando a su antojo a los desdichados mortales. Cuentan que los bienes subieron al mismo Olimpo y allí quedaron junto a los dioses. Asustada,  la muchacha cerró la caja de golpe, quedando dentro la Esperanza, tan necesaria para superar precisamente los males que acosan al hombre.

Apresuradamente corrió Pandora hacia los hombres a consolarlos, hablandoles de la Esperanza, a la que siempre podían acudir pues estaba a buen recaudo.

Miriam Rodríguez e Isabel María Blanque.

Sirenas



Las sirenas (en griego antiguo Σειρήν Seirến, ‘encadenado’, seguramente inspirado en el sánscrito Kimera, ‘quimera’) son seres fabulosos, originarios de la mitología griega y ampliamente extendidos en las narraciones fantásticas de la literatura occidental, cuya función y representación han variado con el tiempo.
Aunque en su forma original eran seres híbridos de mujer y ave, posteriormente la representación más común las describe como mujeres jóvenes con cola de pez. Es por ello que en muchas lenguas no latinas distinguen la sirena original clásica (inglés siren, alemán Sirene) de la sirena con cola de pez (inglés mermaid, alemán Meerjungfrau).

En la mitología griega, las sirenas son una clase difusa que comprende varios seres que se distinguen por una voz musical y prodigiosamente atractiva; las representaciones artísticas más antiguas, que las muestran como aves con rostro o torso femenino, se deben probablemente a la asociación de las aves con el canto, así como al frecuente uso iconográfico de los seres alados para representar a los espíritus de los muertos. Muchas de las huellas gráficas más tempranas de las sirenas están en monumentos y ofrendas funerarias.
En época preclásica comenzaron ya a identificarse con náyades, y su canción a describirse como un atractivo irresistible que llevaba a la perdición a los marinos. Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo o Forcis, sea sin intervención femenina o de las musas Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionadas con el canto y con el baile. Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco; los nombres registrados incluyen Agláope, Telxiepia o Telxínoe, Pisínoe, Parténope, Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia, Molpe, Radne y Teles.

Vanesa y Rocío

Vida extraterrestre inteligente


Al hablar de extraterrestres, en seguida nos vienen a la cabeza imágenes de naves espaciales llegando a la Tierra con intenciones hostiles. Quizás se trata todavía de los efectos secundarios causados por la emisión radiofónica de La guerra de los mundos de Orson Welles. Esta imagen suele ignorar las distancias reales en el espacio y hasta qué punto es insignificante nuestro planeta. Pero aunque no sea a través de una visita, hostil o de cortesía, la pregunta también es inevitable. ¿Existen seres inteligentes en algún otro planeta?

Porque ciertamente el hecho de encontrar aunque fuera una única célula de un vegetal extraterrestre representaría toda una revolución. Pero si lo miramos desde un punto de vista social, ¿qué gracia tendría? Si los extraterrestres fueran una cosa parecida a un seta, ¿qué gracia tendría? El gran impacto sería dar con otra cultura, una forma de vida inteligente distinta a la nuestra. Entonces sí, las implicaciones serían inmensas. Podríamos tratar de comunicarnos con ellos o, al menos, detectar sus comunicaciones. Lo más seguro es que no entendiéramos demasiadas cosas, pero al menos sabríamos que están allí. Y esto sería ya muchísimo.

Y para lograr esto se están utilizando todo tipo de estrategias. La más obvia es la de escuchar el Universo con la esperanza de detectar emisiones provenientes del espacio lejano que no puedan ser atribuidas a causas naturales. No es necesario que sean señales enviadas expresamente a nosotros. Hay que pensar que la Tierra está emitiendo muchas señales al espacio, ya que parte de las emisiones de radio y televisión no va de vuelta hacia nuestros receptores, sino que se pierden por el espacio y se alejan de aquí en todas direcciones a la velocidad de la luz.

Ya contamos con programas destinados a escuchar el ruido que hace el Universo. Lo que pasa es que no sabemos ni dónde, ni qué buscar. De manera que se siguen distintas estrategias. Algunos científicos buscan señales provenientes de estrellas que creemos que tienen mayor probabilidad de tener planetas parecidos al nuestro. Otros siguen la estrategia de barrer todo el cielo y analizar metódicamente las señales recibidas a distintas longitudes de onda.

De momento todavía no se ha encontrada nada, salvo alguna falsa alarma. Esto tampoco es sorprendente. Nuestra especie tiene unos cinco millones de años de antigüedad, y hace solo unas pocas décadas que conocemos las emisiones de radio. ¿Qué tecnología deben de utilizar hipotéticas civilizaciones extraterrestres? Es muy posible que para ellos la radio sea una reliquia abandonada desde hace muchos milenios. Esto, sin embargo, no detendrá la búsqueda. Lo que debemos hacer es utilizar siempre la última tecnología conocida. Y cruzar los dedos.


Vanesa y Rocío

jueves, 25 de abril de 2013

El carretón

EL CARRETÓN (Tomado de "Mitos y Leyendas predominantes en el Estado Portuguesa" de Carmen Pérez Montero)

San Miguel de Acarigua, pueblo indígena, fundado el 29 de septiembre de 1620 por Francisco de Hoz  Berrío  en las riberas del río Bocoy, arriba de la sabana de Choro, huyendo a las invasiones continuas de Los Caribes y bajo la orientación del Licenciado Diego de Heredia de Berganciano, su cura doctrinero, en 1645, esta población formada por indios Gallones, fue traslada a la margen izquierda del río Acarigua, en el lugar que aún hoy se denomina Asiento del Pueblo Viejo. En tiempo de lluvias el pueblo sufría de frecuentes inundaciones, lo que obligó al Padre Fernando de Heredia a mudarlo para un lugar que llamaban Araure, donde no existía pueblo alguno, pues la villa que tomó ese nombre fue fundada 1696 por el Misionero Capuchino Fray Ildefonso  de Zaragoza en las inmediaciones de la quebrada de Armo, meses después en 1697 fue mudada, arbitrariamente, por Juan García Campero al margen de la quebrada de Araure, en tierras de San Miguel de Acarigua, destruyendo sus siembras y despertando la ira de los pobladores de este pueblo indígena. De allí ese enfrentamiento que a través de la historia y de manera casi inconsciente han presentado estas ciudades gemelas, como las llaman en la actualidad. Rivalidad que se traduce en comparaciones diarias que hacen tanto acarigüeños  como arureños. Resaltando las bondades de cada pueblo, dejando velar ese resentimiento ancestral que, de acuerdo al nivel cultural y al acentuado localismo que caracterice a los opositores, puede tornarse en riña peligrosa.

EL CARRETÓN
En Acarigua, pueblo hospitalario, con pasado de mudanzas e invasiones, también existen leyendas misteriosas que han vencido al tiempo y aún viven en el recuerdo de algunas de sus víctimas. Sara Marina de Medina, profesora de la Unidad Educativa “Ramón Colmenárez” y Rosa Medina, su cuñada, narraron que una noche, en el año 1958, viviendo ellas en la antigua calle 7de Acarigua, hoy calle 32 y siendo como la una de la madrugada, estaban en la calle, sentadas sobre un medidor de agua, auxiliadas con la luz de un poste del alumbrado público, bordando sabanas (las cuales confeccionaban y vendían a 40 bolívares el juego). Se encontraban conversando animadamente, de pronto el niño pequeño de Sara lloró dentro de la casa y ellas rápidamente recogieron el material y se fueron a la cocina para prepararle el tetero. Inmediatamente sintieron que por la calle pasó algo así como un carro de mula, con ruedas de hierro que sonaban estruendosamente sobre la calle de piedra. Al día siguiente  hicieron el comentario de lo que habían oído y Doña Petra de Parra les dijo: Ese es El Carretón,  el mismo donde llevaban los muertos cuando la fiebre amarilla y como esta es la calle del cementerio, por aquí siempre se escucha.
La difunta Doña María de la Cruz Parra, quien también vivía en la antigua calle 7 de Acarigua, contaba que una noche, como a las doce, estaba ya acostada, oyó el ruido inconfundible de una carreta, pues se oía el traqueteo de sus ruedas de hierro sobre la calle de piedra. Sin temor, sino presa de la curiosidad, se levantó y sin pensarlo mucho entreabrió la ventana y se asomó y por poco cae desmayada cuando vio que sobre un caballo flaco que guiaba la carreta iba sentado un hombre semejante a un esqueleto, desnudo y en posición contraria a la de un jinete normal. Es decir, estaba sentado de frente a la grupa del animal. De allí en adelante, atemorizada no pudo dormir.

Ana Belén Amor Garcia

Un poco de mitología griega médica

Tomado de "Historias curiosas de la medicina" de Jose Ignacio de Arana. "Entre las divinidades relacionadas con la medicina figura en primerísimo lugar Apolo, inventor del arte de curar y médico de los dioses; de ahí que sea también el primero a quien se invoca en el juramento.
Artemisa, que dio su nombre a una planta medicinal, protectora de mujeres y niños pero asimismo diosa de la muerte.
Palas Atenea, diosa tutelar de la ciudad de Atenas y de sus habitantes, a la que se encomendaba todo buen ateniense antes de iniciar cualquier actividad. Y el centauro Quirón, procedente del mundo subterráneo, creador de los medicamentos y maestro de muchos médicos griegos, así como de los héroes de sus epopeyas.
De los personajes humanos o, mejor dicho, semihombres o semidioses, el de más importancia es Asclepio, a quien los romanos latinizaron como Esculapio que quizá nos es más familiar. Homero cita en la Ilíada a un rey de Tesalia llamado Asclepio, cuyos dos hijos, Macaón y Podaliro, son los héroes médicos que acompañan al ejército aqueo durante su asedio a Troya. Pero quizá Homero otorgó ese nombre a su personaje para ponerlo en relación con el Asclepio mitológico.
Como no podía ser menos, el relato del nacimiento de Asclepio está plagado de dioses actuando bajo el efecto de las más elementales pasiones humanas. La mortal Coronis, mujer bellísima, está un día bañándose desnuda en un lago cuando el dios Apolo, que siempre andaba al acecho, como su padre Zeus, de señoras estupendas que se quitasen la ropa, se enamora perdidamente de ella y, sobre la marcha, la deja embarazada.
Pero el padre de Coronis, que ignora lo sucedido, tiene a su hija destinada en matrimonio con un pariente. Coronis acepta el designio de su padre y se casa con el pariente, poniéndole, pues, los cuernos al dios.
El cuervo, que era el animal que informaba a Apolo de las cosas de la tierra, y que entonces tenía el plumaje blanco, vuela a contarle a su jefe el engaño de la amada.
El iracundo Apolo maldice al cuervo, que se torna negro para toda la eternidad; luego mata al pariente de Coronis.
Ya metidos en danza vengadora, Artemisa, hermana de Apolo, mata a flechazos a Coronis y, de paso, a varias amigas que están en ese momento jugando con ella.
Los familiares de Coronis, apesadumbrados por la que les ha caído encima, colocan el cuerpo de la joven sobre la pira funeraria y entonces vuelve a aparecer Apolo, quien extrae del cuerpo muerto a su hijo no nacido, al que pondrá por nombre Asclepio.
Preocupado por el futuro de la criatura, su divino padre le pone al cuidado del centauro Quirón y éste le enseña el arte de curar. Mucho después, ya médico famoso en toda la Hélade, Asclepio no mide su auténtico poder y pretende resucitar a los muertos. El abuelo Zeus, que tenía bastante mal carácter, decide que hasta ahí podíamos llegar y fulmina a Asclepio con un rayo.
A partir de entonces los hombres ascendieron al médico a la categoría de dios olímpico. Esculapio tuvo dos hijas: Higiea, cuyo nombre perdura en la palabra higiene, y Panacea, que ha significado desde entonces la milagrosa medicina capaz de curar todos los males.
Por último, el culto al divino Esculapio se extendió con rapidez por toda Grecia y hasta por las naciones limítrofes y comenzaron a erigirse templos en su honor. La figura del dios se representa siempre llevando en la mano el caduceo, un bastón con una serpiente enrollada en su torno, que ha pasado a ser el símbolo universal de la medicina y de los médicos."

Rocío y Vanesa

El Barco del Arroz

Es muy comun la utilizacion de la expresion “mas perdio que el barco del arroz” en la zona sur de Andalucia en España.
El origen de esta expresion se remonta a una leyenda o en realidad hechos que ocurrieron en Andalucia.
En la decada de 1940 un barco argentino fue enviado a la España de la postguerra para mitigar el hambre de la misma. Este barco iba cargado de arroz para asi aliviar la hambruna que muchos sectores de la poblacion española padecia por aquellos años.
Este barco se llamaba el Alcatraz y nunca llego a ningun puerto andaluz.
Comenzaron a circular rumores o leyendas que indicaban que la tripulacion habia contraido una enfermedad contagiosa y mortal que habia hecho que el barco fuera sin rumbo…..
Tambien se especulo que el barco sufriera la intespestades del mar y se hundiera por un accidente. Hubo quien incluso llego a afirmar que el cargamento fue robado por los mismo tripulantes y vendieron su cargamento a los extraperlistas para su posterior comercializacion en el mercado negro.
Lo unico cierto y contrastado es que ese ansiado barco cargado de arroz nunca llego a ningun puerto español de manera oficial.
De esta leyenda o realidad surgio el refran “mas perdio que el barco del arroz”.

Publicado por Isabel María Blanque y Miriam Rodríguez.

La leyenda del pueblo histórica de Almeida

Pobre Isabel

AlmeidaEsta leyenda se basa en hechos reales notificados por Fernão Lopes en la Crónica del Rey Don Fernando. Elizabeth fue la única hija ilegítima del rey Fernando y el no se sabe quien era la madre. La leyenda narra cómo el rey de Castilla invadió Portugal y como Almeida fue temporalmente entregado a los españoles. Nos cuneta también sobre los matrimonios concertados entre príncipes y princesas...
Y para poner fin a las terribles guerras, el Rey Don Fernando de Portugal y el Rey Don Enrique de Castilla combinaron las transferencias de terrenos (la tierra Almeida incluido) y el matrimonio de sus hijos(ambos bastardos). Ocurre que nuestra princesa tenía tan sólo 8 años y su novio ya había completado 18 años. Fácilmente se entiende porque el Príncipe había quedado tan furioso, con la novia que le había quedado en la suerte. Y le ganó tal aversión, a punto de que su propio padre, el Rey, su padre, lo pusiera de castigo severamente, retirándole privilegios y tierras... Pero Isabel se dirige a Castilla.
La vida en la Corte Castellana era animada e Isabel se encuentra en la Reina Doña Juana Manuel, una natural aliada, puesta esta era hermana de su abuela paterna. La soberana se encanto con la niña y nunca más dejó de protegerla. Mientras tanto pasan los años y un bello día en el palacio de Valladolid, delante toda la corte que se encontraba allí reunida, Doña Isabel (cuentan que con la complicidad de la propia Reina) comenta que ella es hija del Rey de Portugal y que está destinada a casarse con Don Alfonso, el cual no ve motivos para aplazar más el matrimonio, a pesar del desagrado mutuo entre los novios. Ante tal sencillo argumento, siendo muy clara y directa, apuntarle algo sería imposible y se cuenta que Don Henrique Salió de rampante de la sala y mandó a buscar a su hijo para que el matrimonio se realizase. Aún así, el matrimonio solo se celebró 9 meses más tarde en la catedral de Burgos. Cuenta la historia, que Don Alfonso sólo se dignó a pronunciar el espera “si”, cuando vio a su padre a aproximarse, amenazadoramente enfadado. Prosiguió la boda prosiguió y la noche de nupcias, pero con la misma actitud de indiferencia y desprecio. Durante muncho tiempo Doña Isabel sufrió el desprecio del marido. No habrían perfumes, ni adornos, ni lágrimas, ni trajes que convencieran a Don Alfonso a consumar el matrimonio. Hasta que, movida por el desespero, consulta una hechicera, que le manda una receta para preparar una tisana de hierbas, que la propia Doña Isabel tendría que recoger con sus manos. Un año después nacía el primer hijo. Luego después de este, 5 niños más, y por último una niña, el cual la propia Reina le quiso escoger el nombre: Constanza (como no podía dejar de ser)…

Vanesa y Rocío 

jueves, 18 de abril de 2013

La viuda del jamarjndo- guayaquil


LA VIUDA DEL TAMARINDO - GUAYAQUIL
Era un tamarindo antiguo que existía donde era la quinta Pareja. La quinta Pareja quedaba donde es ahora la Clínica Guayaquil. Las calles exactamente creo que son: Tomás Martínez y General Córdova, en esa área. En esa época era una finca. No era una quinta. Se llamaba quinta y era un lugar abandonado y los tunantes, o sea las personas que andaban tras del trago, iban solos, y en camino a casa, veían una mujer vestida de negro que parecía muy bella. En ese tiempo no había pues mayor alumbrado. Entonces el tunante, pues, éste que estaba, perseguía a la viuda ésta, y ésta lo llevaba siempre a un tamarindo añoso. Cuando él llegaba ya casi al pie del tamarindo y luego se volteaba, la viuda se había convertido en una calavera de la muerte! Y cuando el tunante caía, empezaba a echar espuma por la boca. 

Ana Belén Amor Garcia.

jueves, 11 de abril de 2013

El Familiar

EL FAMILIAR
            En el llano portugueseño es común oír hablar del El Familiar que viene a ser aquella figura que El Diablo toma para presentarse en los sitios donde él y los dueños han celebrado algún pacto: “… suele suceder que Satanás se presente en persona o animal desconocido y aun puede ocurrir que lo haga en forma de tronco con las ramas cortadas”. El monje alemán Sufurino que en antiguos pergaminos hebreos advertía  a todas las criaturas del universo de la forma siguiente:
            “Los espíritus diabólicos acostumbran tomar toda clase de formas tanto de personas como de animales. Los más usuales, sin embargo, son las de dragón o de cabra, aunque algunas veces se presentan en forma de gato, gallina, cocodrilo, etc.”
            Sin embargo, sea de la forma que fuere, las narraciones de los portugueseños han dado testimonio de lo que se conoce como “pactos con el Diablo”.
            La señora Aurelia Quintero, habitante de la Aparición de Ospino narró: Cuando yo tenía 9 años vivía con mi hermana Lucía Quintero en Río Claro. Eso era muy solo en ese tiempo, imagínese yo tengo ya 56 años, ella vivía con un señor llamado Antonio Cáceres. Yo apenas estaba aprendiendo a leer las primeras letras. Casi no entendía ninguna lectura, pero yo siempre observaba que en una troja que había en la sala de la casa el señor Antonio guardaba celosamente un libro, el cual revisaba muy a menudo. Muchas veces, estando escondida, lo vi subir por la vieja escalera de madera, quitar unos sacos de fique y de un cajón sacar un libro rojo, grande, “mala comparación”, del tamaño de un Biblia. Un día mi hermana y él se fueron para el pueblo y me dejaron cuidando la niña. Era mediodía. Apenas ellos se fueron me encaramé en la escalera y con mucho temor de que ellos regresaran y pudieran sorprenderme, revisé rápidamente el libro. Me quedé realmente asombrada, porque como un milagro del mismísimo Diablo yo leí, sin vacilar, clarito lo que decía, lo recuerdo como si fuera hoy mismo. Por fuera decía: El Libro Rojo de la Cabra  Infernal y cuando abrí las paginas leí un párrafo  que decía, más o menos así: Para hacer un pacto con el Diablo debe conseguir tres huevos de una gallina negra y llevárselos, cuando sean las doce de las noche para un camino oscuro donde haya muerto alguien y este clavada una Cruz,  allí coloca uno delante de la Cruz y dos detrás… creo que había que llevarse los dos huevos que estaban detrás de la cruz a los siete días y el Diablo le aparecía a uno en forma de gallina negra. Lo cierto es que yo leí rápidamente lo que pude y luego muy asustada por lo que había leído y porque si mi hermana me conseguía revisando ese libro me daba una paliza, lo guardé cuidando de dejar todo como estaba originalmente, sin rastro de mi curiosidad. Ellos no regresaron. En la noche la niña se durmió. Yo me acosté con ella y dejé la lámpara de querosén encendida. Me dormí y ya en la madrugada, no tengo ni idea de la hora, desperté y vi el libro rojo sobre la cama, a mi lado, abierto en las mismas páginas donde había leído el pacto al mediodía, me levante llena de miedo, coloque el libro de nuevo en el cajón, lo tapé con los sacos y no dormí más, pendiente del libro hasta que amaneció. Yo jamás he sido sonámbula y sé que es imposible que con el temor que uno antes tenía yo haya dejado de guardar ese libro. Para mí fue un acontecimiento que nunca me lo he podido explicar.
            En visita a Las Tucuraguas, más allá del Salto del Diablo, distante unos nueve kilómetros de la carretera Panamericana, entre Agua Blanca y San Rafael de Onoto, José Gregorio Vaca nos informa: Estando yo pequeño vivía con mi tío Antonio Vaca y éste le trabajaba un señor llamado Pablo Falcón. Un día Falcón le dijo a mi tío: mire Antonio yo tengo ganas de hacer un pacto con el “Panaquire”, que así también le dicen a Lucifer. Una noche el hombre agarró un machete, un litro de aguardiente y se internó en la montaña. Fue solito. Ese otro día cuando apareció le dijo a mi tío: ya estoy listo, él me dijo que me daba progreso, dinero, salud; pero que le prometiera que al morir, él se haría cargo de mi alma. Yo acepté y entonces me dijo: váyase y cumpla… sabe.
            A los pocos días vino un hombre extraño al lugar y le dió una fortuna a Falcón por unas tierritas peladas que tenia aquí en Las Tucuraguas. Falcón se residenció en Acarigua y fundó una carpintería, donde se dedicaba a hacer guacales. Día a día el hombre se enriquecía y el trabajo aumentaba. De todas partes venían los agricultores a encargarle guacales.
            Falcón se puso millonario y mi tío que trabajaba con él en la carpintería le dijo: Mire Falcón, a mi me da mucho miedo ese pacto que usted hizo. Yo lo voy a dejar solo. Yo no sigo con usted… Falcón se quedó pensativo y a la semana le dijo a mi tío: Antonio yo esta vaina la he pensado mucho y voy  a hablar con el personaje aquel y le voy a decir que yo no sigo en este negocio. Así fue y no pasaron tres meses sin que los hijos de Falcón cayeran presos, la carpintería se quemó, y Pablo Falcón se murió.
            En el fundo El Chaparral, por la vía de la Choconera, en Turén, también existió un señor de apellido Perozo que según, decía la gente del lugar, tenía pacto con el Diablo.
A este ganadero, según los comentarios, Lucifer le mandó un toro negro que era, supuestamente. El Familiar. Ese toro se encargó de recoger todo el ganado suelto que andaba por la sabana. Llegó un momento que el ganado no cabía en los corrales. Un día el dueño del fundo se enfermó y se agravó. La esposa, que desconocía el trato hecho por el hombre, mandó a buscar un sacerdote para que lo confesara y le ayudara a bien morir. Cuentan los testigos que presenciaron el acontecimiento que cuando llegó el sacerdote “El Familiar” saltó la cerca del corral, la cerca de la posesión y se fue camino abierto por la sabana, llevándose tras sí toda la inmensa manada de ganado vacuno.
En Sabana Dulce, Pedro Guédez nos refirió una historia que le contó su abuelo Don Gerónimo Laya y que ocurrió más o menos para el año de 1910, en un fundo propiedad de un señor de apellido Novellino.
Decían los campesinos que ese elemento tenía pacto con el Diablo y que en su hato había un toro blanco (El Familiar) que andaba suelto por la llanura y nunca lo pudieron enlazar, pero en ese hato cada vez aumentaba mas el ganado y todas las semanas sacaban arreos inmensos de animales y el hato igualito, llenos los corrales. Un día el caporal del hato se dispuso, junto con otros peones, a enlazar el toro y cada vez que lo llevaban alcanzado parecía que se elevaba por los aires y se ponía más adelante… más adelante. Llegó un momento en que lo encerraron en una ensenada, todos eran buenos jinetes, llaneros amansadores, sin embargo, el toro desapareció  y apareció en la parte alta, mirando con ojos centelleantes. El caporal no se dio por vencido y con los peones le salió de nuevo al encuentro. El toro embistió al caporal e hirió de muerte al caballo. Cuando el caporal se agachó para tratar de auxiliar al caballo, el toro se paró en dos patas, bufeó muy fuerte, se regresó con los ojos despidiendo candela y corneó al caporal quien cayó al suelo agonizante. Los peones lo llevaron al corredor de la casona donde habitaban los dueños. El caporal pedía agua… agua. Los presentes negaron el agua al moribundo por considerar que era perjudicial debido a la grave herida que presentaba en el abdomen. El hombre murió y cuentan que durante muchos años fue común para los habitantes del hato oír por las noches el trote de un caballo que llegaba al corredor y se escuchaban los pasos hasta el tinajero donde servía el agua en la totuma. Luego se oían las pisadas de las botas de regreso y el pasitrote del caballo al alejarse de la casa. De la familia no se supo más nada, la hacienda se tornó en ruinas y la gente aún sostiene que en Sabana Dulce, en noches de luna clara se ve el toro blanco atravesar la llanura, corriendo como alma que lleva El Diablo.
En Píritu, estando agonizando, desde hacía varios días, el señor Esteban Pérez, cuñado de Don Albino Quintana, conocido comerciante de esa población de los años cuarenta y abuelo del periodista Coromoto Álvarez Quintana y encontrándose  de visita en la casa del enfermo la señora Petra Parada y en presencia de la niña Jovina Quintana (hoy viuda de Álvarez), llego en pleno día, un hombre a caballo, desconocido por todos, bajó de la bestia y entró al corredor de la casa, sin decir absolutamente nada, pasó a la habitación del moribundo, lo observó y de la misma forma como llegó, salió. Esa misma tarde Esteban Pérez dejo de existir. Después se regó como pólvora entre el pueblo piriteño el comentario de que éste hombre tenía pacto con El Diablo.
El señor Baudilio Mendoza, de 83 años de edad, residenciado en Palo Alzao, caserío ubicado cerca de Biscucuy, nos informó: se puede recibir beneficios de El Diablo sin necesidad de pactar con él, prueba de ello es la magia de las habas. Trato que uno hace sin correr ningún riesgo. Este trato se hace así: se mata un gato negro, un día sábado  cuando suene la primera campanada de las doce de la noche, se le mete un haba en cada ojo, otro debajo de la cola y una en cada oído. Luego se entierra en un solar desocupado que esté cercano a la casa y se le cubre de tierra, después se riega todas las noches con poco agua cuando sean las doce, hasta que las habas hayan brotado y estén maduras. Cuando esto sucede se corta la mata se lleva para la casa y se ponen las habas a secar para cuando llegue el momento de usarlas.
Una haba metida en la boca tiene la propiedad de hacer invisible a la persona. Manteniéndola apretada con el dedo del corazón de la mano izquierda se puede llamar a El Diablo y éste se presentará para ponerse incondicionalmente a las órdenes de quien posee el haba.
Se debe tener presente que por las noches cuando se van a regar las matas, se aparecen muchos fantasmas y manifestaciones extra-sensoriales para asustar al interesado. Eso es normal, pues al demonio no le gusta servir sin que haya mediado un trato, donde esa persona le haya entregado el alma. Es recomendable no asustarse y al llegar al lugar donde este enterrado el gato negro ponerse de rodillas, hacerse la señal de la Cruz y rezar un credo.
Se comenta que en Portuguesa cualquier persona que desee superarse económicamente puede venderle un familiar o un amigo a Lucifer sin necesidad de que la persona vendida tenga conocimiento del negocio realizado.

Ana Belén Amor Garcia

    Ares (El Dios de la guerra)




Según cuenta la mitología griega, Ares era hijo de Zeus y Hera, por tanto dios e inmortal, y pronto se proclamó como dios de la guerra. A pesar de ser inmortal sí que sentía dolor, (sus gritos podían oírse desde el más alejado de los confines), y cuando se encontraba herido siempre buscaba el poder sanador de su padre, el gran Zeus. Sin embargo, éste lo despreciaba por su fanfarronería violenta y su sed de sangre.
Ares
Entre sus luchas a muerte, (en las que siempre se presentaba con su coraza, su escudo, su lanza, su espada y su casco), podemos citar la que concluyó con la muerte de Halirrotio, hijo de Poseidón, el cual había osado violar a Alcipe, hija de Ares, a manos de éste. Tras esta muerte se produjo el primer juicio de la historia por asesinato en el que Ares salió absuelto.
Compañeros de aventuras de Ares, fueron su hermana Eris, (también conocida como Éride, la Discordia), y sus vástagos Fobos y Deimos, (Terror y Temor, hijos nacidos de la diosa Afrodita). También Enio, la conocida como “Destructora de ciudades”, solía acompañarlo. Padre de las Amazonas, su residencia estaba establecida en Tracia.
Curiosa es la leyenda que cuenta que cierto día dos gigantes, que por cierto eran gemelos, llamados Oto y Efialtes, pretendieron hacerse con el control del Monte Olimpo y como primer paso, secuestraron a Ares y lo introdujeron encadenado en una vasija de bronce impidiéndole salir de ella durante trece largos meses. Para conseguir su liberación, la diosa Artemisa prometió yacer junto a Oto, pero entonces Efialtes se enfadó preso de la envidia y se enfrentó a su hermano. Aprovechando el momento de confusión, Artemisa se convirtió en cierva para escapar y pasó entre los dos, los hermanos le lanzaron sus lanzas afiladas para cazarla y terminaron matándose el uno al otro.
En otra ocasión, mientras Ares copulaba con Afrodita, (engendró a Eros), el dios de la guerra encomendó al inexperto Alectrión la guarda y custodia de la puerta para que nada ni nadie entrase, pero he aquí que éste se durmió en la guardia y Helios, el dios Sol, se coló en la estancia. Desde entonces, Alectrión, al que Ares convirtió en gallo, canta cada mañana cuando el sol aparece por el horizonte.
Ares, dios Olímpico, no es recordado precisamente por sus hazañas, como se puede ver, sino más bien por su ansia eternamente insatisfecha de violencia y muerte y por lo mal parado, herido y humillado que solía terminar en las trifulcas en las que se metía.



Publicado por Miriam e Isabel.


Mitos de España

Desde hace meses recorre España una idea que, a fuerza de ser repetida, puede llegar a convertirse en leyenda, en una falsa leyenda. En esta España nuestra somos muy propensos a ensalzar las cosas hasta límites insospechados y a denostarlas a renglón seguido. Durante años, al valorar la forma en que se produjo la transición en España de la dictadura a la democracia había práctica unanimidad en afirmar que el proceso había sido modélico. Dentro y fuera de España se han ensalzado las virtudes del cambio que selló el reencuentro entre todos los españoles tras la férrea dictadura en que concluyó el acontecimiento más terrible de nuestra historia contemporánea: la Guerra Civil.
Previamente a la aprobación de la Constitución de 1978, se aprobó la Ley de Amnistía de 1977. La Ley se aprobó por 296 votos favorables, sólo Alianza Popular se abstuvo. El discurso que más conmovió, por su simbolismo, fue el del diputado comunista Marcelino Camacho, cuyo grupo había sido el autor de la propuesta. Camacho defendió con emoción el texto, argumentó que era el inicio de la reconciliación nacional y que ese era el único camino que podía cerrar un «pasado de guerras civiles y de cruzadas». «Queremos abrir -afirmó- la vía a la paz y a la libertad». Él mismo se había preguntado: «¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?».
Por ello, no deja de sorprenderme que 33 años después de que esa Ley, promovida por la izquierda parlamentaria y reivindicada en las manifestaciones de aquellos años, se califique hoy como una ley que quiso imponer un proceso de amnesia colectiva que permitiera cubrir con el manto del olvido los crímenes del franquismo. Estas afirmaciones han arreciado sobre todo con el tratamiento judicial del que ha sido objeto el juez Garzón. Algunos políticos que vivieron la transición e historiadores, como Santos Juliá, han desmentido rotundamente que dicha ley quisiera imponer «la tiranía del olvido».
Considero que no es acertado intentar reescribir la historia sólo para sostener posturas parciales e interesadas que se alejan de la verdad. Nuestra Guerra Civil no puede olvidarse porque es nuestra historia, la de unos y la de otros, y hay que conocerla en su inmensa crueldad, pero sostengo que ello no puede determinar ni lastrar nuestro futuro. Creo, como Santos Juliá, que «si cada cual, a la muerte de Franco, hubiera puesto encima de la mesa su puñetera verdad, es posible que todos nos hubiéramos ido a hacer puñetas dejando como única herencia el lamento por otra gran ocasión perdida». En esta polémica ha terciado recientemente el nieto de Gregorio Marañón que, exaltando el proceso de consenso y acuerdo que presidió la transición democrática en España, afirma que hace falta más sabiduría y coraje políticos «para negociar y pactar que para intentar aniquilar, aunque sólo sea políticamente al adversario». Esta capacidad de apretar la mano del otro para certificar el acuerdo alcanzado, esa forma de unirse para afrontar conjuntamente el futuro fue sin duda la grandeza de nuestro proceso democrático. Por ello creo, sinceramente, que no es bueno alimentar el fantasma de que la transición fue construida sobre la inmundicia del olvido; muy al contrario, considero que en estos tiempos también difíciles no estaría de más evocar siquiera sea de vez en cuando, el espíritu de pacto y consenso que presidió aquellos años y que alumbraron el período histórico de mayor consolidación de las libertades públicas y de los derechos sociales que jamás ha conocido nuestra historia.
 
 
 
Vanesa Rubio Capitán y Rocío Moreno Moreno.

viernes, 5 de abril de 2013

La cochina paría de la plaza Bolívar

Entre una de las mas famosas leyendas urbanas, se encuentra la de la leyenda de la marrana paría. Se habla que por espacio de muchos años existió en la Plaza Bolívar una frondosa y hermosa ceiba, cuya plantación se le atribuyó al Padre Esteller, sin embargo, cuenta el señor Humberto Gallegos, cronista de Píritu, que luego se confirma que cuando el sacerdote llegó a esta población el árbol ya estaba plantado.
     Relata Gallegos,  que la ceiba en donde ahora está la estatua de El Libertador, tenía un hueco y cuenta la leyenda que a partir de las nueve de la noche como no había luz eléctrica, la gente temía pasar por ahí, porque del orificio del árbol salía una cochina con unos cochinitos, por eso se llamaba la cochina paría, las personas temerosas huían del animal y cuando miraban hacia atrás se había aparecido con dos cochinitos mas, cada vez que se  volteara los pequeños animalitos se multiplicaban.
     Asegura el cronista de Píritu, que la gente le tenía pavor a esa cochina todo el tiempo, de igual forma cuenta que existen innumerables anécdotas, pero quizás la mas resaltante fue la que ocurrió a un peón de la familia de Don Ramón Gómez, a quien cariñosamente llamaban el Negro Felipe.
     Relata la historia, que este trabajador venía por la plaza y se sintió perseguido por la cochina y llegando a la casa de la mencionada familia se colgó de la ventana y empezó a gritar, los Gómez reconocieron la voz del Negro Felipe y salieron a ver que sucedía, encontrándose al susodicho encaramado en la ventana y vociferando que la cochina lo estaba persiguiendo, por supuesto los Gómez no vieron nada, pero el peón aseguraba que había visto a la cochina paría.


Vanesa y Rocío.

La cochina paría de la plaza Bolívar

Entre una de las mas famosas leyendas urbanas, se encuentra la de la leyenda de la marrana paría. Se habla que por espacio de muchos años existió en la Plaza Bolívar una frondosa y hermosa ceiba, cuya plantación se le atribuyó al Padre Esteller, sin embargo, cuenta el señor Humberto Gallegos, cronista de Píritu, que luego se confirma que cuando el sacerdote llegó a esta población el árbol ya estaba plantado.
     Relata Gallegos,  que la ceiba en donde ahora está la estatua de El Libertador, tenía un hueco y cuenta la leyenda que a partir de las nueve de la noche como no había luz eléctrica, la gente temía pasar por ahí, porque del orificio del árbol salía una cochina con unos cochinitos, por eso se llamaba la cochina paría, las personas temerosas huían del animal y cuando miraban hacia atrás se había aparecido con dos cochinitos mas, cada vez que se  volteara los pequeños animalitos se multiplicaban.
     Asegura el cronista de Píritu, que la gente le tenía pavor a esa cochina todo el tiempo, de igual forma cuenta que existen innumerables anécdotas, pero quizás la mas resaltante fue la que ocurrió a un peón de la familia de Don Ramón Gómez, a quien cariñosamente llamaban el Negro Felipe.
     Relata la historia, que este trabajador venía por la plaza y se sintió perseguido por la cochina y llegando a la casa de la mencionada familia se colgó de la ventana y empezó a gritar, los Gómez reconocieron la voz del Negro Felipe y salieron a ver que sucedía, encontrándose al susodicho encaramado en la ventana y vociferando que la cochina lo estaba persiguiendo, por supuesto los Gómez no vieron nada, pero el peón aseguraba que había visto a la cochina paría.


Vanesa y Rocío.